Dios el Padre perfecto

Es posible que te cueste percibir que es Dios el Padre perfecto. Esto sucede cuando nuestro padre terrenal no cubrió todas las necesidades que tú tenías en la niñez.

Pero te digo algo: aquí en la tierra no hay un padre que sea perfecto. Nosotras mismas como madres somos imperfectas también.

Pero Dios nos amó desde antes de la fundación del mundo. Desde entonces, planeó todo para atraernos a Él y para poder darnos este amor que disfrutamos.

El siguiente versículo describe ese amor:

«¡Miren qué amor tan inmenso el del Padre, que nos proclama y nos hace ser hijos suyos!». 1 Juan 3:1 BHTI

En su grande amor nos ha hecho sus hijas. Dios es nuestro Padre, sólo porque nos ha amado desde el principio. Nosotras no hemos hecho nada para merecer esa paternidad tan hermosa.

Él nos ha elegido para que seamos sus hijas. Así que, puedes con toda confianza buscarlo en el momento que tú quieras; porque un padre siempre está disponible para sus hijos.

Claro que es Dios el Padre perfecto

El que te corrige y te moldea, pero con todo su amor. Un amor tan grande que cuando acudes arrepentida por tu pecado, inmediatamente te perdona.

Nunca te rechaza ni te abandona. Al contrario: te levanta, te limpia, te restaura, te prospera.

Es a través de Jesucristo que puedes llegar hasta los brazos del Padre… creyendo que Jesús es el camino hacia el Padre.

Su sacrificio ha sido suficiente para que por fe, todos tengamos acceso a nuestro Dios, el Padre Eterno.

Anímate y acércate hoy a Dios y recibe grandes dosis de amor que Él tiene para ti.

Tan sólo dile con fe:

«Papito, yo creo que tu Hijo Jesucristo es mi Salvador y que sólo por medio de Él puedo llegar a ti.

Hoy abro mi corazón y recibo tu perfecto amor. Anhelo sentir tu dulce abrazo, con tu incomparable amor de Padre que tanto necesito. En el nombre de Jesús.»

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Querida amiga, vive con esta verdad en tu corazón: Tú eres hija de Dios y su amor para ti es perfecto. Medita en esto, decláralo y cada día lo irás creyendo más y más. Seguro que empezarás a vivir las delicias de tener cerca a Dios el Padre perfecto.

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Que el Padre te abrace ahora con su amor, tu amiga,

Lidia E. Cames

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