Ternura y compasión de Dios

La ternura y compasión de Dios sanan las heridas provocadas por la crueldad que alguien haya ejercido sobre ti en el pasado. Todo dolor se va cuando experimentas las caricias amorosas del Padre.

Cuando se vive con maltratos y crueldad en la vida, por lógica nuestro corazón se endurece también, con una mezcla de dolor y amargura. Ahí es donde solamente Dios puede cambiar ese carácter duro y suavizar la rudeza de nuestro corazón.

Él es suave y lleno de misericordia con quienes decidimos buscarlo y depositar nuestra confianza en Él.

El salmista lo dice de esta manera:

«El Señor es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen». Salmo 103:13 NTV

Este aspecto del carácter de Dios se hace realidad en ti, que siempre buscas agradar a Dios. Porque tienes una fe enfocada en depender de Él para tu vida diaria.

Hoy puedes experimentar el tierno abrazo que no tuviste nunca antes, esa toque divino que te hará sentir amada, segura y protegida.

Lo más hermoso es que cuando tú recibes la ternura de Jesús. También recibes la capacidad para darla a los que te rodean.

Cristo promete suavizar el carácter duro en nosotras con la dulzura de su amor. A mí me da mucha esperanza esta promesa.

Busca la ternura y compasión de Dios

Mi carácter se endureció mucho con las experiencias de heridas y rechazo que tuve en mi vida. Llegué a los pies de Cristo llena de amargura, resentimiento, culpas y una capa súper dura alrededor de mi corazón. La ternura no era algo que se encontrara en mi carácter.

Pero poco a poco mi corazón va siendo transformado por la ternura y compasión de Dios. Sin embargo, eso no quiere decir que soy la persona más tierna y compasiva, sino que ya no soy la misma que era antes, y estoy en camino de ser lo que Dios quiere para mí.

Este es un proceso que lleva muchos años sanar, restaurar y pulir con el dulce amor de Cristo.

Aunque también es posible que el carácter se haga temeroso, inseguro, frágil y con dificultad para recibir amor. Ahí también opera el amor de Dios para fortalecer y llenar de confianza un corazón.

Amiga, cualquiera que sea tu caso, te animo a que busquemos en la presencia de Dios esa compasión que nunca nadie nos mostró. Hoy puede empezar el cambio en ti y reflejar la ternura de nuestro Padre.

Oramos:

«Señor, gracias por amarme incondicionalmente, estoy muy necesitada de tu amor, de tus cariños, de tu abrazo… y quiero experimentarlo.

Yo creo que el sacrificio de Jesús en la cruz me reconcilia contigo y me acerca a tu trono de gracia. En esta hora acepto y recibo hoy tu compasión y ternura.

Te pido que me ayudes a honrarte en todo momento. Determino que tú serás el número uno en mi vida siempre. En el nombre de Jesús.»

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Deseo que Dios te abrace tiernamente en esta hora, tu amiga,

Lidia E. Cames

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