En las buenas y en las malas
1 julio, 2016Colócate en la fila de la bendición
7 julio, 2016La Palabra de Dios es muy clara: Las apariencias engañan a los humanos, pero Dios conoce lo más profundo de los pensamientos y los corazones.
Esta palabra le habló Dios al profeta Samuel cuando fue a ungir al nuevo rey de Israel.
La indicación había sido que fuera a la casa de Isaí, quien tenía varios hijos, de los cuales uno era el elegido del Señor.
Cuando el profeta vio al mayor de los hijos, muy guapo y además bastante alto, pensó que seguramente ese era el escogido de Dios.
Pero Dios que conocía su pensamiento le dijo lo siguiente:
«No te dejes llevar por su apariencia ni por su estatura, porque éste no es mi elegido. Yo soy el Señor, y veo más allá de lo que el hombre ve. El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón». 1 de Samuel 16:7 RVC
Las apariencias engañan
Te comparto tres verdades que encierra este pasaje bíblico:
1.- No puedes catalogar a una persona basándote sólo en lo que estás viendo o escuchando. Sólo en la mente y en los sentimientos está la verdadera realidad de las personas. No te confíes de las apariencias.
La mayoría de la gente tiene una historia detrás de cada actitud visible. Habrá quien parezca agradable, pero tendrá malas intenciones… y tal vez te encuentres con alguien que tenga una expresión muy hosca; pero es una persona muy necesitada de afecto y atención.
2.- No te esfuerces en aparentar nada ante las personas. Siempre es mejor aceptarte, mostrarte tal cual eres. Sé auténtica y espontánea.
Si no es así, en cualquier momento saldrá a relucir la verdad acerca de ti y te hará pasar un momento muy desagradable.
3.- Lo importante no es agradar a las personas, sino agradar a Dios. Él ve tu interior, cuídalo y enfócate en mejorar lo que piensas y lo que sientes.
Nunca lograrás tener contentas a todas las personas. Te podrás esmerar en impresionarlas; pero siempre habrá alguien a quien no le agradarás.
Toma en cuenta que el único que te aceptará y te amará a pesar de conocer tu interior es tu Padre celestial.
Y siempre estará dispuesto a transformar tus pensamientos, tus sentimientos y tu voluntad para que te presentes ante Él como sacrificio vivo, santo y agradable (Romanos 12:1-2).
Por medio de Jesucristo tienes reconciliación con el Padre. Ahora sólo se trata de agradar su corazón. porque eso es lo importante: que Dios se agrade de lo que encuentre en tu interior.
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Oramos:
“Señor, te pido que me ayudes para no fijarme en lo exterior de las personas y recuérdame siempre que las apariencias engañan.
Dame sabiduría para poder percibir lo que hay en su corazón y ser de bendición para quienes lo necesitan, también para apartarme de los que tienen malas intenciones.
Ayúdame a ser transparente ante ti primeramente, para poder mostrarme ante las personas así como soy.
Deseo agradarte, anhelo que cuando veas mi corazón, me encuentres agradable a ti. Te entrego mi mente y mis pensamientos, mi corazón y mis sentimientos, mi boca y mis palabras para que me transformes según tu voluntad y el propósito que tienes para mí. En el nombre de Jesús”.
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Deseo que Dios sea siempre la motivación de tu corazón, un abrazo,
Lidia E. Cames
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