El camino de Dios requiere de ejercicio

Mientras hacíamos nuestra caminata mi esposo y yo, me hizo recordar que el camino de Dios requiere de ejercicio, porque no siempre es fácil.

He estado acostumbrada a caminar sólo en terreno plano, y ahí es muy cómodo caminar porque no hay nada que altere el ritmo de nuestra caminata.

Pero en esta nueva ruta, hay tramos de subida en que me duelen las piernas, se me dificulta la respiración y no avanzo con la misma rapidez que en el terreno plano.

Mi esposo me anima diciéndome que aquí es donde se fortalecen los músculos y mejora mi condición física, así que me esfuerzo porque me conviene.

También hay tramos en que nos toca avanzar de bajada: poco esfuerzo, avance fácil y hasta parece un paseo. ¡Me encanta porque recupero las fuerzas!

Claro que también tiene sus partes planas, donde podemos platicar un poco y admirar el paisaje del lugar.

Me recordó un versículo que está en la Biblia:

«Más bien entrénate para una vida dedicada a Dios». 1 Timoteo 4:7 PDT

Igual que nuestro cuerpo nuestra alma y nuestro espíritu necesitan entrenamiento en todo tipo de terrenos o circunstancias.

Muchas veces no es que nos falle la fe, sino que son tiempos de entrenamiento forzado para adquirir condición espiritual, mi amiga.

En el camino de Dios sucede algo parecido:

El terreno plano sería cuando todo va bien y nos esforzamos sólo lo necesario: La familia está en armonía, vamos a la iglesia y servimos ahí sin mucho esfuerzo.

Además somos medianamente bendecidas, porque no hay problemas. Y decimos: “Mmm… no me puedo quejar”.

Pero cuando el camino de Dios se torna cuesta arriba la situación es distinta.

Es cuando hay que avanzar a pesar de los problemas familiares, financieros o emocionales. Quizá con algunas pérdidas dolorosas. Es difícil permanecer en el camino de Dios cuando todo está en contra.

Pero avanzamos porque necesitamos que se fortalezca el músculo de la fe y que tengamos la condición necesaria para resistir los ataques del enemigo.

Aún con dolor y dificultad vamos a la iglesia, alabamos, obedecemos al Señor y animamos a otros.  Aprendemos a depender de la ayuda de Dios para permanecer en el camino.

El tramo de bajada es cuando llega el tiempo de cielos abiertos. Ahí es el momento de refrigerio, para tomar nuevas fuerzas y avanzar con más facilidad.

Ahora hay abundancia en todas las áreas de nuestra vida. Bendición tras bendición y la gloria de Dios es evidente en este tramo del camino. Es tiempo de disfrutar, compartir y celebrar.

CONCLUSIÓN

Después el ciclo se repite y se vuelve a repetir. Porque en el camino de Dios no dejamos de crecer.

Lo importante es que no tratemos de evitar los tramos de subida, no te detengas, ni busques atajos. Enfrentemos las partes difíciles del camino de Dios amiga, porque seguro que va a llegar un momento en que subir la cuesta no será tan doloroso y lo disfrutaremos. Estaremos entrenadas para aceptar la voluntad de Dios en todo.

¿Cómo sobrellevar los tiempos difíciles?

Busca el alimento de la Palabra de Dios y el consuelo en la oración, con una fe decidida, mientras vas cuesta arriba.

Yo quiero ejercitarme en la fe y te animo a que lo hagas también, así podremos disfrutar de los tramos planos y de las bajadas que son mucho más cómodas y divertidas. Meditemos en lo que dice este versículo:

«Entrénate para la sumisión a Dios. El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene». 1 Timmoteo 4:7b-8 NTV

Procuremos permanecer en el camino sin importar cómo se encuentre el terreno, siempre con nuestra mirada puesta en nuestro amado Salvador Jesucristo.

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Lidia E. Cames

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