Jesucristo es el mismo
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3 agosto, 2015¡Cuántas veces le hemos dicho a Dios: Te doy adoración Padre celestial! Muchas veces (estoy segura). Pero hoy Dios nos habla para que le damos adoración de una manera diferente.
Sucede a veces, que cuando hacemos alguna obra buena, ya sea en casa, en el trabajo o en la iglesia, esperamos que alguien nos reconozca y nos aplauda. ¡Espera! No te vayas amiga, no estoy diciendo que eso esté mal.
Todas necesitamos tener reconocimiento para lo que hacemos o lo que somos. Así nos hizo Dios. El problema surge cuando nos desanimamos por no recibir la honra por lo que hacemos. Porque es frustrante que tu servicio no tenga esa motivación. Lo ideal sería que aunque NO nos den las gracias o nos digan lo buenas que somos, sigamos actuando bien.
¿Por qué?
Porque todo lo que hagamos las mujeres creyentes, siempre tiene que ser para la honra y gloria de Dios.
¡Ah, mira! Yo trabajo y Él se lleva la gloria.
Sí amiga, así es. Lo dice la Biblia en este versículo:
«No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad». Salmo 115:1
Te doy adoración Padre celestial
Prueba hoy esta nueva forma de adoración a Dios mi amiga. Resulta que si nosotras hacemos lo bueno para que Dios sea glorificado a través de lo que hacemos, es seguro que Él se encargará de darnos la recompensa oportuna y adecuada.
En Mateo 6:4, 6, 18 Jesús dijo que cuando nadie ve, nuestro Padre si nos ve y Él nos recompensará en público, a la vista de todos.
Adora hoy a Dios dándole a Él toda gloria, honra y alabanza por todas las cosas buenas que tú puedes hacer, porque es su gracia lo que te permite ser y hacer lo que te corresponde.
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Adoramos:
«Hoy te doy adoración, Padre celestial, te rindo honor y gloria porque eres tú el único que la merece, perdóname por todas las veces que he pretendido llevarme algo de la gloria que a ti te pertenece.
Me humillo ante ti reconociendo que tú eres Dios misericordioso y que yo sólo soy tu oveja que necesito de tu guía y tu amor. Por favor recuérdame cuando esté esperando recibir la honra que es tuya por siempre. Hazlo desde el mismo momento que yo empiece a hacer algo y te dedique a ti y a tu santo nombre toda buena obra.
Te adoro, exalto tu nombre y pongo toda mi esperanza en ti. Porque tuyo es el honor, el poder y la gloria. Amén».
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Que Dios te dirija a darle adoración en todo, tu amiga,
Lidia E. Cames
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DIOS… TODO LO CREASTE, TODO TE PERTENECE. AMÉN.