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23 diciembre, 2015Ni una cosa ni la otra. Me cuesta una barbaridad perdonar. Sí, porque duele mucho negarle a mi carne el placer de la venganza. Me pega mucho en el tirano orgullo que quiere manejar mi vida.
¿Cómo podemos mantenernos en el perdón? ¡Es tan doloroso!
Mis reflexiones personales sobre el perdón
A veces me gustaría encontrar algún atajo que me permita un poco de falta de perdón y me digo:
“¿Por qué tengo que perdonar?”
“Si hubiera alguna palabra en algún lugar de la Biblia que me libre de pasar por el proceso doloroso del perdón…”
Y el Espíritu Santo me recuerda que debo perdonar para:
Que Dios me perdone… (Mateo 6:14-15)
No ser entregada a los verdugos… (Mateo 18:34)
Cuidar mi corazón… (Proverbios 4:23)
Tener honra… (Proverbios 19:11)
Avergonzar al ofensor y recibir la recompensa de Dios… (Proverbios 25:21-22)
Sin embargo, podría pasar por alto estos beneficios del perdón que la Biblia menciona, y otros más.
Pero luego me dice que debo perdonar setenta veces siete (Mateo 18:22)
Y también:
«No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa, si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen». Mateo 5:39-42, 44
«Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan». Lucas 6:27-28
Cuando recuerdo estas palabras de Jesús, no me queda más que aceptar que debo perdonar ¡sólo porque Dios lo manda!
¡Auch!
¿Por qué Dios nos manda a perdonar?
Entonces escucho el susurro del Espíritu Santo recordándome:
Si el perdón se diera “en automático”, Jesús no nos hubiera mandado a perdonar…
¡Ah…! Y no solo perdonar: Hay que bendecir al ofensor… ¡¿Por qué?!
Orar. Pedirle a Dios por el que nos ha causado daño… ¡¿Por qué?!
Al final de estas reflexiones sobre el perdón llego a la conclusión de que perdonar es un acto de obediencia que va a bendecir mi vida. Porque en la obediencia hay bendición.
Eso me hace obligar a mi mente y mi carne a enfocarse en el único motivo por el cual estoy viva, libre y sana: Jesús. Porque la finalidad número uno de mi vida es agradarle a Él que dio todo para que yo pueda tener perdón, salvación y vida eterna.
Tomé la decisión de agradar a Dios todos los días de mi vida. Y si tengo que pasar por el dolor del perdón para agradarle, lo haré hasta que sea una expresión natural de mi ser.
No importa si lo logro solamente cuando ya no esté en este cuerpo, sino en su presencia. Mientras viva lucharé con todo lo posible para agradar a Dios con mi obediencia.
¿Y tú? ¿Qué decisión tomas hoy?
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Deseo que Dios te fortalezca para poner en práctica el perdón, tu amiga,
Lidia E. Cames
Síguenos en Instagram: @arcoirisdepromesas
3 Comments
AMENNNN ASÍ LO HARÉ GLORIA su Nombre ALELUYA!!!
Dios te va a respaldar Tatiana, porque has elegido el camino de su voluntad… Un abrazo!
Estoy decidida que Dios me ayude ! 🙂