Palabras que agradan a Dios

No es fácil tener en nuestros labios palabras que agradan a Dios. Te platico: yo viví toda mi vida hablando las cosas así como se me venían a la mente.

Nunca tuve cuidado de no ofender a nadie, mucho menos a Dios.

Cuando Cristo me alcanzó, esta fue una de las primeras enseñanzas del Espíritu Santo para mi corazón.

Entonces fue cuando empecé a entender que mis palabras también pueden ofender a Dios.

No sabía cómo corregir este problema con mis palabras, hasta que encontré este versículo. Supe que debía pedirle a Él que me ayudara a hacer que mi hablar fuera agradable a su corazón, porque yo sola no podía lograrlo por más que me esforzaba.

Hasta el día de hoy sigo apropiándome de esta oración del salmista:

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, Roca mía, y Redentor mío». Salmo 19:14

Las palabras que agradan a Dios

Es importante que nuestra boca y nuestra mente se pongan en línea para agradar a Dios. Tomemos hoy la decisión de honrar a nuestro Dios con lo que hablamos y con lo que pensamos.

Él es quien nos defiende, nos cubre, nos salva y nos perdona. Así que lo menos que podemos hacer es complacerlo con nuestras palabras y nuestros pensamientos.

Es posible que te cueste hacerlo (como a mí), porque en el pasado nunca lo hicimos, pero ahora tenemos a nuestro Ayudador: el Espíritu Santo, que te recordará que todo lo que digas y pienses debe ser aceptable delante del Señor.

Él te liberará de todo mal pensamiento y traerá a tu mente la Palabra de Dios que hayas leído, o alabanzas para Dios, o bendición para tu prójimo.

También te proveerá de palabras de ánimo para los que están cerca. Por lo tanto tu boca sólo hablará palabras de bien, que glorifiquen su nombre.

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Querida cazadora, pide hoy a Dios que te ayude a renovar tu forma de pensar y de hablar para agradarle cada día de tu vida.

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Lidia E. Cames

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