No tenemos que pelear ninguna batalla

Amiga cazadora, hoy vengo a decirte de parte de Dios que no tenemos que pelear ninguna batalla, 

Yo sé que todas estamos expuestas a dificultades, situaciones complicadas. No podemos escapar de esos tiempos de desierto y pruebas dolorosas, porque la vida es así.

Sobre todo en los días que vivimos ahora. Todo es tan especial y distinto cada día que pasa. 

Diariamente tenemos diferentes situaciones que enfrentar. Seguramente esas son las batallas de la vida con las que nos encontramos siempre.

Sin embargo, las hijas de Dios tenemos una instrucción y una promesa: 

«Ustedes no tienen por qué pelear. Simplemente quédense quietas y contemplen cómo el Señor les va a salvar. […] No tengan miedo ni se desanimen. ¡Salgan mañana y atáquenlos, que el Señor estará con ustedes». 2 Crónicas 20:17 RVC

No tenemos que pelear ninguna batalla

Te animo a que hagamos un propósito diario para nuestra vida:

Mantengamos la calma y estemos tranquilas ante las adversidades. 

No permitamos que la preocupación, la ansiedad o el miedo nos invadan robando nuestra paz.

Confiemos en que Dios va a intervenir a nuestro favor en aquello que nos amenaza. 

Cuando Él dice que ataquemos, no se refiere a pelear en nuestras fuerzas hasta desgastarnos, sino el nuestra lucha es distinta. Dice la Biblia:

«Pelea la buena batalla de la fe». 1 Timoteo 6:12 

Esa es la indicación para este tiempo de gracia que nosotras vivimos mi amiga: Pelear sólo la batalla de la fe. Sin embargo, en el Antiguo testamento encontramos repetidamente que Dios dice: “Esa batalla no es tuya, sino mía». «Yo pelearé por ustedes». 

Desde siempre el Señor ha estado de nuestro lado peleando todas nuestras batallas y sosteniéndonos en todas nuestras luchas. 

¿Qué nos toca hacer?

Si ya sabemos que no tenemos que pelear ninguna batalla, lo que nos toca es tranquilizarnos y hacer a un lado el miedo, mientras creemos en esta poderosa verdad de la Palabra de Dios. 

Ataquemos esa dificultad con oraciones de fe cada vez que empecemos a alterarnos. Pelearemos con las dudas y la incredulidad, insistiendo en creer las promesas de Dios para nuestra vida.

Que nuestro pensamiento y nuestras palabras se enfoquen siempre en que el Señor está a nuestro lado. Luchemos en nuestra mente, siempre buscando la Palabra de esperanza en cada situación.

Recordemos en todo momento que el Señor librará esa batalla y nos dará la victoria.

A pesar del miedo creamos que la salvación viene de Dios, porque somos sus hijas y Él nunca nos abandona.

Finalmente

Que nuestro propósito sea tener paz y confianza en Dios a partir de este día.

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Dios te bendiga y te sostenga, un abrazo,

Lidia E. Cames

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