El Señor es mi pastor

«El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. Me lleva a descansar a prados verdes, y me conduce a manantiales de agua fresca». Salmo 23:1,2 

La primera responsabilidad del pastor de un rebaño es proveer a las ovejas de todo lo que necesiten: comida, bebida y descanso. 

Jesús dijo: ‘Yo soy el Buen Pastor’. Él será tu Pastor cuando crees en Él y lo sigues. Esto te convierte en su oveja.

También eres su oveja cuando tienes paz porque confías en Él en medio de la necesidad y los problemas.

Deja que Jesús sea hoy tu verdadero Pastor y te dará todo lo que necesites (lo que no recibas será porque no lo necesitas), permite que Él sea el Pastor y tú la oveja.

Descansa en la confianza de que Él se hará cargo de todo aquello que te preocupa. Recibe su paz mientras confías en que Él te estará protegiendo y proveyendo.

Llénate de Jesús, porque Él es el agua viva que calma tu ansiedad.

Decido que el Señor es mi pastor

Oramos:

«Ven Jesús, a mi corazón y ocúpalo, calma esta sed de amor, esta necesidad de perdón, restaura mi corazón.

Decido vivir y actuar como tu oveja que sigue tu voz confiadamente a donde me guíes.

Quiero vivir segura en ti, llena mi vida de toda la bondad y misericordia de Dios; porque teniéndote a ti no me hace falta nada más.

Pongo en tus manos todas mis necesidades materiales, familiares, afectivas, espirituales y emocionales. Estoy segura que en el momento oportuno tú traerás la provisión para mi espíritu, alma y cuerpo.

Gracias Jesús, una vez más te recibo en mi vida. Declaro que nada me falta porque tú eres mi pastor. Amén.»

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Después de hacer esta oración, seguramente el enemigo te enviará algunos dardos de duda y preocupación… Es el momento de abrir tu boca y decir en voz alta: «El Señor es mi pastor y tengo todo lo que necesito. Yo lo creo«.

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Lidia E. Cames

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