Decide creerle a Dios y a su Palabra
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Sí, alabar a Dios es algo que hacemos todos los días. Pero hacerlo en compañía de la congregación es otra cosa muy diferente. Porque Dios establece su trono en medio de la alabanza de su pueblo.
A continuación, te comparto el Salmo 150. Es una alabanza que no se sabe aún quién es el autor, lo que sí te sé decir es que es la expresión máxima de la alabanza que Dios merece recibir. También puedes encontrar ahí el por qué, dónde, cómo, con qué y quiénes debemos alabarle:
A continuación cántale al señor el Salmo 150:
«¡Alabado sea el Señor!
Alaben a Dios en su santuario;
¡alábenlo en su poderoso cielo!
Alábenlo por sus obras poderosas;
¡alaben su grandeza sin igual!
Alábenlo con un fuerte toque del cuerno de carnero;
¡alábenlo con la lira y el arpa!
Alábenlo con panderetas y danzas;
¡alábenlo con instrumentos de cuerda y con flautas!
Alábenlo con el sonido de los címbalos;
alábenlo con címbalos fuertes y resonantes.
¡Que todo lo que respira cante alabanzas al Señor!
¡Alabado sea el Señor!».
Provoca con tu alabanza a Dios una avalancha de amor, gozo y paz, cantando, danzando, gozándote y adorándole en su presencia. Realmente tocarás su corazón.
Por lo tanto, cuando tú alabas a Dios con cantos y danzas, algo sucede en el mundo espiritual que se manifiesta a tu favor en el mundo visible. Entonces, los demonios huyen y fluye una libertad para recibir gozo, amor y paz que vienen del corazón de Dios para ti.
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Así que mi querida cazadora: cántale al Señor, abre tu corazón y disfruta de una alabanza libre dirigida al único que la merece. En consecuencia, Dios te sorprenderá con bendiciones inesperadas.
Finalmente, amiga lectora, recuerda compartir y comentar este mensaje. Que Dios bendiga tu día con excelencia, tu amiga,
Lidia E. Cames
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