Una promesa de consuelo

Para esos días en que no encuentras calma para tu corazón, Dios te da una promesa de consuelo. Él no quiere que vivas en intranquilidad, su deseo es que tú tengas bienestar.

Lo primero que viene a la mente de las personas

Cuando se sufre una pérdida, enfermedad o cualquier evento doloroso, lo primero que viene a la mente de las personas es un abrazo de mamá. 

Y esto es porque una madre siempre tendrá la dulzura que se necesita en esos momentos de dolor.

¿Pero qué hay de quienes no tienen una mamá a su lado para ser consolados? Ya sea porque está ausente, o porque no está capacitada para consolarte como lo necesitas.

Ahí es donde esta promesa tiene que cobrar un significado poderoso. Dice el Señor en su Palabra:

«Yo, por mi parte, los consolaré a ustedes, como una madre consuela a su hijo». Isaías 66:13 TLA

Necesitamos buscar consuelo en nuestro Padre celestial. Él es el único que puede restaurar nuestro corazón con su amor.

Por esa razón, hoy llega a nosotras esta preciosa promesa que nos ayudará a ir hacia esa plenitud que el Señor tiene para nuestra vida.

El interés de Dios para tu vida es traerte bonanza y paz. Quiere participarte de la bondad que Él tiene en su corazón.

Para todo tipo de aflicción, nerviosismo o depresión, Dios tiene el mejor tratamiento psicológico para ti. A través de Jesús tú recibes paz, consuelo, amor y calma a tus emociones agitadas.

No busques en otro sitio, o en otra persona.

Una promesa de consuelo y sanidad

Ningún psicólogo puede sanar las afecciones del alma. Solamente Jesús. Él es la única medicina que puede traer alivio a tu alma agitada. 

No es que yo esté en contra de los tratamientos psicológicos. Sin duda, ellos te ayudan a manejar tus emociones y a cambiar de hábitos.

Lo que digo es que ahí no vas a encontrar sanidad del alma, eso sólo lo puedes hallar en el Señor. Él tiene una promesa de consuelo que nadie más puede regalarte.

Sólo Cristo puede traer consuelo cuando sufres la pérdida de un ser querido, o cuando te enfrentas a la ausencia de un hijo que se casa, o ante un descontrol en tus finanzas. En medio del caos y la soledad, el Señor te abraza con ternura y calma la tormenta dentro de ti.

No hay otra solución para la intranquilidad como la presencia de nuestro Señor y Dios. 

La forma en que Dios va a tratar estos trastornos de ansiedad, estrés, tristeza o preocupación, es exactamente como lo haría una madre amorosa. Abrazándote, diciéndote palabras dulces, con mucho amor y cuidado.

Búscalo, porque Él ha prometido consolar a aquellos que confían en Él y que constantemente están buscando agradarle con su fe. Recibe la sanidad que tu alma necesita en los brazos del único que te ama incondicionalmente y para siempre.

Déjate abrazar por tu Dios amoroso. Él siempre estará a tu alcance.

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Lidia E. Cames

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