Lluvia temprana y tardía
23 marzo, 2015El aroma de Cristo para el mundo
23 marzo, 2015Hola querida cazadora de promesas, ¿conoces la regla de oro?
Es una enseñanza de Jesús que explicó muy claramente en su tiempo de ministerio aquí en la tierra. Dice la Biblia:
«Traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes». Lucas 6:31 PDT
Empecemos a aplicar la regla de oro que Jesús nos dejó: No demos a nadie lo que no nos guste recibir. Hagamos con los demás lo que queremos que hagan con nosotros.
Pero resulta que veces hacemos lo contrario:
— Deseamos que nos hablen amablemente y nosotros lo hacemos con aspereza…
— Deseamos que nos regalen una sonrisa y mostramos un ceño fruncido…
— Anhelamos un apapacho y decimos ‘no necesito de nadie’…
Entonces, ¿cómo aplicamos la regla de oro?
Hagámoslo a la manera de Jesús, porque yo veo que la regla de oro no termina en el versículo anterior.
Mira lo que dice la Biblia:
«Si ustedes solamente aman a los que aman, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores son así. Si hacen el bien sólo a aquellos que les hacen el bien, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores son así. Si sólo prestan para recibir algo a cambio, ¿qué gracia tiene? Hasta los pecadores se prestan unos a otros para recibir unos de otros. Más bien amen a sus enemigos y hágales el bien. Presten sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Dios Altísimo, porque Dios es bueno aun con los desagradecidos y perversos. Sean compasivos como su Padre es compasivo». Lucas 6:32-36 PDT
Necesitamos amar primero, hacer el bien primero y prestar primero sin esperar que los demás lo hagan también con nosotros.
Demos el primer paso:
¿Te gustaría ser perdonada cuando te equivocas?
Perdona.
¿Te gustaría que los demás sean amables contigo?
Sé amable.
¿Te gustaría que los demás te ayudaran?
Ayuda.
¿Te gustaría que los demás te comprendieran?
Comprende.
¿Te gustaría que los demás te dieran aliento?
Alienta.
Ahora, ¿te digo una cosa?
No tenemos que ir muy lejos. Podemos aplicar esta regla de oro con nuestros hijos, nuestro esposo, nuestros hermanos, nuestros vecinos y con todos los que convivimos a diario.
Seamos nosotras quien empecemos a dar lo que queremos recibir. Así que sembremos semillas positivas, semillas de bien, para que cosechemos toda la bendición que deseamos para nuestra vida.
Pidamos ayuda al Espíritu Santo que vive en nosotras y caminemos en esta importante enseñanza que Jesús nos enseñó.
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Que Dios te ayude en todo lo que te propongas, tu amiga,
Lidia E. Cames
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"PERDONO, AMO Y AYUDO… ME GUSTA Y A DIOS MÁS"