Mujeres en las manos de Dios
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18 diciembre, 2023Muchas veces me siento desanimada y culpable por los tropezones (y algunas caídas), cuando la intención de mi corazón es agradar a Dios con mi vida. Hasta me parece que Dios se decepciona porque espera mucho de mí, y yo no cubro sus expectativas. ¿A ti también te ha pasado? Amiga bella, nada es más falso que eso. En realidad, lo que necesitamos es apreciar la belleza en nuestra condición de barro, es decir, que es más conveniente ser conscientes de nuestras imperfecciones y debilidades para vivir más felices.
Siento que hoy Dios nos está hablando a través de su Palabra a todas las mujeres que como tú y yo, nos desalentamos cuando “le fallamos” a Dios:
«El Señor conoce nuestra condición, sabe que somos de barro». Salmo 103:14 CST
¡Qué alivio saber que Dios no espera perfección de nosotras! En lugar de mirar nuestras debilidades con desaprobación, Él nos ve con ojos llenos de compasión. Él no nos mira con decepción, sino con amor. Nos conoce en nuestra fragilidad y entiende nuestras luchas diarias. No nos juzga por nuestras imperfecciones, sino que nos abraza con ternura.
Muchas veces nos presionamos para alcanzar estándares imposibles, como si fuéramos capaces de evitar cada tropiezo. Pero aquí recibimos libertad por la Palabra: Dios no nos juzga por nuestras caídas; más bien, Él extiende su mano amorosa para levantarnos. En lugar de decepción, experimentamos su gracia que restaura, renueva y fortalece.
Veamos la belleza en nuestra condición de barro
Imagina por un momento un alfarero trabajando con barro. Cada vez que la arcilla se desliza de sus manos, él no la desecha ni la menosprecia. En cambio, con paciencia y habilidad, la moldea de nuevo. Así es nuestro Dios contigo y conmigo. En su amor incondicional, Él nos toma en sus manos y nos da forma, incluso en medio de nuestros errores, nos abraza con ternura.
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Lo que sí espera el Señor es tener una relación sincera con nosotras. Cada tropiezo es una oportunidad para acercarnos a Él y experimentar su gracia y misericordia. Permitamos al Señor ser nuestro alfarero, transformando caídas en testimonios de su poder restaurador.
Celebra tu humanidad, querida amiga, porque en ella está la belleza de la obra maestra que Dios está creando en ti. En lugar de cargar con la culpa, levantemos los ojos hacia el cielo y dejemos que el amor divino nos ilumine el corazón. Somos amadas, somos perdonadas y somos guiadas por Aquel que conoce cada detalle de nuestro ser.
Abracemos la fragilidad
Así que, amiga hermosa, deshazte de la carga de la auto condena. Permítete ser humana, sabiendo que Dios no te pide perfección, sino una relación sincera. En nuestra fragilidad, encontraremos la belleza en nuestra condición de barro, y el abrazo cálido de un Padre que comprende y ama incondicionalmente.
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Oro para que este mensaje de parte de Dios sea un aliento para tu alma, que te inspire a caminar en la libertad de la gracia divina, aceptando cada parte de ti con gratitud y confianza en el amor infinito de nuestro Señor.
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Que Dios te siga restaurando con su amor, tu amiga,
Lidia E. Cames
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