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Hoy hablaremos de la respuesta de Jesús hacia nosotras en esos momentos de desconfianza y titubeo, sobre todo cuando las circunstancias son contrarias, la espera ha sido larga y creemos que el Señor ya nos ha abandonado.
Tienes que saber que los mismos discípulos de Jesús dudaron en situaciones difíciles, a pesar de tener enfrente al Mesías, el Hijo de Dios y Salvador del mundo.
Cuando las dudas nos invaden

Pedro dudó en medio de la tormenta. Imagínate: estaba literalmente caminando sobre el agua, pero al ver el viento y las olas, su fe flaqueó. Gritó, y Jesús, en lugar de reprocharlo, extendiendo su mano y lo levantó (Mateo 14:31). ¡Qué imagen tan poderosa! Nuestro Salvador no se aleja cuando dudamos; al contrario, se acerca aún más.
Y luego está Tomás, conocido por muchos como «el incrédulo». Después de la resurrección de Jesús, Tomás no pudo creerlo sin ver primero las heridas del Maestro. Pero Jesús, lleno de amor, se presentó ante él y le permitió tocar sus cicatrices (Juan 20:27). No hubo regaños, solo una invitación a creer.
Incluso Juan el Bautista, aquel que preparó el camino del Señor, tuvo sus momentos de duda. Estando en prisión, envió a sus discípulos a preguntar a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir, o esperaremos a otro?» (Mateo 11:3). Jesús respondió con amor, grabándole las señales y maravillas que confirmaban su identidad.
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Dudar no es un fracaso espiritual
Las dudas no nos descalifican; son una oportunidad para profundizar nuestra fe. En lugar de esconderlas, llevémoslas a los pies de Jesús. Él no se alejará; nos tomará de la mano, nos mostrará sus cicatrices y nos recordará su fidelidad.
Hoy te animo, cazadora, a no temer tus dudas. Más bien, úsalas como un puente que te acerca más al corazón de Dios. Él está listo para responder con amor, paciencia y verdad. 💛
Oración para llevar nuestras dudas a Dios
Señor Jesús, hoy vengo ante ti con el corazón abierto y las manos vacías. Reconozco que a veces las dudas nublan mi fe y me hacen sentir débil. Gracias porque tú no me rechazas por dudar; al contrario, extiendes tu mano para sostenerme.
Te entrego mis miedos, mis preguntas y todo aquello que no entiendo. Ayúdame a recordar que, así como ayudaste a Pedro, Tomás y Juan el Bautista, también a mí me guiarás con paciencia y amor.
Llena mi mente de tu verdad y mi corazón de tu paz. Dame la valentía de acercarme a ti, incluso cuando no tenga todas las respuestas. Que mis dudas se conviertan en un puente para conocerte más y confiar plenamente en tu fidelidad.
Gracias, Señor, porque sé que me escuchas y me amas tal como soy. Confío en que me sostendrás en medio de cualquier tormenta.
En tu nombre precioso, amén.
Transformemos la duda en una fe más profunda
Así que amiga, es bueno acudir al Señor en oración cada vez que las dudas nos invaden y la incredulidad toque nuestra puerta. Tengamos la plena confianza que Él nos guiará con amor a creer con todo el corazón y afirmará nuestra fe.
Otra buena opción es que cuando aparezcan las dudas dentro de ti, proclama en voz alta las verdades y promesas que Dios ha dejado en su Palabra. Esta es una manera poderosa de transformar tus dudas en una fe más firme y fuerte en el Señor.
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Que el Señor te guíe y te proteja, tu amiga,
Lidia E. Cames
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