El amor de Dios siempre te alcanzará
7 julio, 2015Hacer la voluntad de Dios de forma natural
8 julio, 2015Consulta:
«Tengo más o menos dos años de casada. Mi esposo y yo somos cristianos, pero empezamos nuestro matrimonio mal. Creímos al principio que nos había dirigido por Dios y que él era mi compañero y el también que yo era su compañera. Hemos tenido muchos conflictos y diferencias.
A mí me ha costado mucho trabajo sujetarme a él porque antes de casarme yo fui una mujer muy independiente.
Y ahora pues sé que tengo que sujetarme a él, también tenemos los dos problemas de carácter fuerte nos hemos herido mucho los dos pero yo me he sentido más afectada hemos tratado de arreglar las cosas con los consejos de nuestros pastores; pero siempre que tenemos una diferencia terminamos mal y no nos
hablamos por tres días o una semana.
Él es predicador de la palabra. Y siempre que pasa esto siempre me dice que Satanás me usa o que soy como una piedra de tropiezo, aunque después se arrepiente y me pide perdón; pero como ha pasado tantas veces pues yo estoy desanimada de este matrimonio.
Él se queja mucho de mí, va con su familia o con hermanos de la iglesia y habla de mí.
Él no trabaja, es mecánico por su cuenta y hace trabajos apenas para sacar para la renta, siempre los tiene atrasados y no tiene para suplir mis necesidades… bueno, son tantas cosas…»
Respuesta: Hola amiga! Ustedes han hecho un pacto matrimonial con Dios y eso es lo más importante. Él mismo les ayudará a que cada uno cumpla con sus funciones asignadas en el matrimonio: A tu esposo le corresponde ser la autoridad del hogar, con todas las responsabilidades que esto conlleva; y a ti te toca ser ayuda idónea con la responsabilidad de honrar a tu esposo y sujetarte a él.
Entiendo que hayas sido independiente antes de casarte, pero a partir de que te casas, las cosas son diferentes… son otras las reglas que Dios da… Ahora no son dos, sino una sola carne. Es posible que todo esto te lo dijeran en algunas pláticas prematrimoniales o el día que te casaste.
Es necesario seguir las indicaciones de la Palabra para poder vivir como una sola carne (porque no es fácil). La clave para que tu matrimonio funcione eres tú. Sé que esto no te ha de sonar muy amigable, pero lo dice la Biblia, princesa. Dios te da esta responsabilidad con una hermosa promesa que te hace colaboradora con la obra de Dios, ¿no te parece fabuloso? (Creo que ahora no te parece nada emocionante, ¿verdad?) Esta
promesa está en 1 Pedro 3:1, 2
«Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa».
Esta palabra no es solamente para las mujeres que tienen esposos que no son cristianos, sino también para los esposos cristianos… Yo lo descubrí en la versión Nueva Traducción viviente:
«De la misma manera, ustedes esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes».
Y no me quedé conforme y seguí investigando otras versiones y me encontré la versión Palabra de Dios para Todos:
«De la misma manera, esposas, acepten la autoridad de su esposo. Si algún esposo no obedece la palabra de Dios, podrá ser convencido sin que se le tenga que decir una sola palabra, sino a través de la conducta y al ver la forma de ser santa y respetuosa de su esposa».
Es bueno que sepas que tienes que sujetarte a tu esposo… Ahora el paso que sigue es hacerlo.
Amiga, eres tú la que tiene la solución en las manos, no es tu esposo… la promesa te la hace Dios a ti. El
primer paso que tienes que dar es aceptar y reconocer que Dios le ha dado la autoridad del hogar a tu esposo y aceptar esa autoridad para tu persona. Tu esposo empezará a cambiar cuando tú empieces a sujetarte… La Palabra de Dios es muy clara.
Por supuesto que no es fácil… pero tienes al Espíritu Santo que vive en ti para ayudarte y darte la fortaleza en el proceso de sujetarte a tu esposo. Es un proceso doloroso porque se trata de no complacer los deseos de la carne y dejar que sea el Espíritu quien tome el control.
«Digo, pues: Vivan según el Espíritu, y no satisfagan los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne se opone al Espíritu, y el del Espíritu se opone a la carne; y éstos se oponen entre sí para que ustedes no hagan lo que quisieran hacer». Gálatas 5:16,17
Tienes que aprender a perdonar cada una de las cosas que no te gustan de tu esposo; tendrás que aprender a callar para evitar una pelea; tendrás que aprender a dar tu opinión acerca de un asunto, dejando que él decida y aceptar su decisión; también tendrás que aprender a amar por decisión y no por emoción.
Aunque duele, vale la pena esforzarse… Cuando tú decides dar pasos de obediencia, el Señor se hace cargo
de estar contigo en cada paso que des. Te aseguro que en este tiempo sentirás el abrazo del Padre, la gracia del Señor Jesús y también tendrás la guía del Espíritu santo.
No tengas miedo, Dios cuidará tu corazón y tu bienestar emocional, porque Él está respaldando tu decisión de sujeción y seguro que te premiará. Tan pronto como tú empieces a dar los primeros pasos para ser la esposa que Dios quiere que seas, el Señor mismo empezará a transformar el corazón de tu esposo. SÓLO TIENES QUE CREER LA PROMESA.
Y ahora, tal vez ya estás empezando a ver lo fascinante que es ser una esposa colaboradora con la obra de Dios. Un abrazo, mujer valiente y esforzada!
Sólo como sugerencia: lee estas consultas que pueden ayudarte un poco más a dar tus primeros pasos hacia la felicidad en tu matrimonio:
2 Comments
A veces hay interpretaciones machistas como esta.
Ambos deben amarse, respetarse y unirse.
Hombres y mujeres tenemos la misma libertad, mismos derechos, misma autoridad y mismas obligaciones.
Nadie tiene que doblegar a nadie, un hogar se forma mejor con dos columnas que con una sola.
Hola Haru! Tienes razón en casi todo lo que nos comentas, menos en lo primero. Esta no es una interpretación machista, es un principio bíblico y es cierto: Nadie tiene que doblegar a nadie, es una sujeción voluntaria y por fe… y es para matrimonios que creen que las promesas establecidas en la Biblia son verdaderas.
Muchas gracias por tu comentario. Saludos!