Somos como espejos
4 octubre, 2016Dios te dará doble bendición
10 octubre, 2016Las promesas de Dios te son dadas para que las creas, las busques y las esperes.
También para que tengas paz y confianza en el Señor, para cuando el desánimo amenace, tú vayas delante de Dios y le hagas saber que estás creyendo y esperando sus promesas.
Por eso te animo hoy amiga: ¡vé y clama por las promesas de Dios para ti!
El rey David oró para pedirle al Señor que hiciera realidad la promesa que le hizo de mantener un descendiente suyo en el trono de Israel.
«Y ahora, oh Señor, yo soy tu siervo; haz lo que prometiste respecto a mí y a mi familia. Que sea una promesa que dure para siempre… Que la casa de tu siervo David permanezca delante de ti para siempre… Oh, Dios mío, me he atrevido a elevarte mi oración porque has revelado a tu siervo que construirás una casa para él, ¡una dinastía de reyes!». 1 Crónicas 17:23-25
Si David se atrevió a mencionarle a Dios sobre la promesa que le hizo, también tú puedes acercarte a su trono.
Pide por la promesa que te fue revelada en la Palabra de Dios, para tu vida, tu familia o tu ministerio.
Es tiempo para que tomes valor y ores al Rey de reyes por esa promesa… Es necesario que vayas por esa promesa, en el nombre de Jesús.
Clama por las promesas de Dios
No es que Dios no se acuerde, o que si no le pides no te va a cumplir. Hay dos razones muy poderosas para clamar por tus promesas:
1.- Porque Dios quiere que vayas a su presencia, Él quiere escucharte y disfrutar de tu voz y tu adoración.
2.- Porque es una forma poderosa de fortalecer tu fe para aferrarte a las promesas divinas.
No dejes que la desesperación, el desánimo o la duda te aparten de las promesas divinas. Es mejor elevar tus oraciones con valor y atrévete a ‘asaltar’ con tu clamor el trono de tu Padre Dios.
Cuando la duda golpee tu corazón, no le abras amiga, arrodíllate y clama por las promesas de Dios sobre tu vida y tu familia.
Cuando el enemigo de tu alma se acerque a susurrarte duda en el oído, o te golpee con las circunstancias que ves y oyes, estarás firme y fortalecida en tu ánimo. Le dirás en su cara la promesa, tal y como Dios te la dio a ti y hazle saber que es una promesa fiel de tu Padre y Él la va a cumplir.
Te aseguro que una gran paz llenará tu corazón y esperarás con gran contentamiento el cumplimiento de tu promesa. Amiga querida, no te desanimes, porque es definitivo que Dios contestará.
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(Entrada antigua: ¡Arrebata tus promesas!)