Resultados de una alabanza sincera
15 agosto, 2017Enfoca correctamente tu mirada
25 agosto, 2017Amiga linda, hoy vamos a recordar la importancia del arrepentimiento y la humildad. Dios nos ha dado una hermosa promesa: «Yo me volveré a ustedes». Sin embargo, para poder vivir esta promesa, debemos primero volvernos hacia Él con corazones sinceros y arrepentidos. Acompáñame a explorar lo que significa este llamado y cómo podemos aplicarlo en nuestras vidas.
Primero, no pienses que este es un mensaje solo para quienes no conocen a Cristo. Al contrario, es un llamado para todas nosotras que somos parte del pueblo que Dios ha elegido.
En este pasaje, el Señor invita a su pueblo elegido, Israel, a dejar sus malos caminos y volver a sus mandamientos. Pero ellos respondieron con soberbia. Aquí está el pasaje completo en la Traducción del Lenguaje Actual:
«Desde los días de sus antepasados, siempre han desobedecido mis mandamientos. Pero si ustedes se arrepienten y vuelven a mí, yo también me volveré a ustedes. Yo soy el Dios todopoderoso, y les aseguro que así lo haré. Ustedes me preguntan: “¿Y de qué tenemos que arrepentirnos?”» (Malaquías 3:7).
El Señor nos llama al arrepentimiento todos los días, sin importar cuánto tiempo llevemos caminando con Él, porque todos los días pecamos. La Biblia dice que «si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad» (1 Juan 1:8 NTV).
Entre nuestras actividades diarias en el hogar y el servicio en la obra del Señor, puede que no nos demos cuenta de que necesitamos hacer un alto. Es vital tomarnos un tiempo para preguntar al Espíritu Santo: ¿de qué debo arrepentirme? y permitir que Él nos redarguya en este sentido.
¿CÓMO ME VUELVO HACIA DIOS?
Volvernos hacia Dios significa presentarnos ante Él con una oración similar a la del publicano:
«Oh, Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador». Lucas 18:13.
Presentemos al Señor nuestro corazón dispuesto a ser confrontado con nuestras faltas para pedir perdón. Un corazón arrepentido que decide alejarse del pecado para no ofenderle. Tengamos la determinación de guardar y obedecer Su Palabra.
Que Dios nos libre de hacer oraciones como la del fariseo:
«Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano». Lucas 18:11-12.
Preguntémosle humildemente: ¿de qué debo arrepentirme, Señor? Porque queremos que se cumpla la promesa de Dios: «Yo también me volveré a ustedes».
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¿CÓMO SE VUELVE DIOS A NOSOTRAS?
Dios se vuelve a nosotras cuando nos perdona, nos da su favor y bendición. Cuando vemos respuestas a nuestras oraciones, cuando prospera todo lo que hacemos y rodea de bienestar a nuestra familia.
Pero si respondemos como los israelitas, con soberbia: “¿De qué debo arrepentirme?”, nos ponemos en una posición muy peligrosa. El Señor se alejará de nosotras, nuestro corazón se endurecerá y seremos más vulnerables a las tentaciones. La consecuencia será que el cielo se cerrará y no fluirán las bendiciones para nuestra vida, afectando también a nuestras generaciones.
Seamos humildes y desechemos la soberbia de nuestro corazón. Reconozcamos que nuestra naturaleza pecaminosa nos hace pecar sin que nos lo propongamos. Seamos íntegras de corazón y volvamos a Dios para que Él se vuelva a nosotras y nos muestre su rostro, su gloria, su poder y su bondad. Aseguremos el favor de Dios en nuestra vida y en nuestra familia.
Oramos:
Padre celestial, vengo ante ti en el nombre de Jesús para pedirte que me ayudes cada día a estar alerta y escuchar al Espíritu Santo cuando me redarguya de pecado. Necesito poner atención para no acumular pecados que te ofendan y rechazar tu misericordia que me perdona y me limpia.
Precioso Espíritu Santo, te pido que me muestres de qué debo arrepentirme, para poder volverme a Dios con todo mi corazón.
No quiero que mi corazón se endurezca y llegue a pensar que no tengo nada de qué arrepentirme. Anhelo que en mi corazón haya reverencia por ti y tu Palabra, Señor. Que cada día yo esté dispuesta a ser confrontada y corregida por ti.
Deseo ocuparme de buscar siempre la forma de agradarte con mi corazón sincero y rendido a tus pies, porque no podría vivir sin tu amor, tu gracia y tu misericordia. Quiero que tu rostro se vuelva hacia mí y reflejarme en tu mirada.
Permite que todas tus promesas se cumplan en mi vida. Te amo, Señor.
Querida lectora, volvernos a Dios con corazones humildes y arrepentidos nos permite experimentar su perdón, favor y bendición. Al hacerlo, aseguramos que su presencia y su gracia fluyan en nuestras vidas y en nuestras familias. Que cada día busquemos agradar a Dios con corazones sinceros, abiertos a ser confrontados y corregidos por su Espíritu Santo. Así, veremos cumplidas sus promesas en nuestras vidas y reflejaremos su amor y misericordia a quienes nos rodean.
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Que Dios te bendiga abundantemente, tu amiga,
Lidia E. Cames
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