Somos como espejos

Antes que se inventaran los espejos, las personas sólo podían ver su imagen en las aguas en reposo… o en metales pulidos.

En los tiempos bíblicos los espejos eran vidrios opacos que reflejaban la imagen muy borrosa… Así que la gente no podía distinguir claramente  los detalles de su rostro.

Por eso el apóstol Pablo dijo que nosotros reflejamos la gloria del Señor como un espejo, de una manera muy difusa.

«Así todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu». 2 Corintios 3:18 NVI

¿Cómo es esto?

Cuando empiezas a seguir al Señor, poco a poco se van viendo los cambios que Él hace en tu carácter… Y a medida que buscas su rostro en oración y adoración el Espíritu Santo va puliendo más y más no sólo tu carácter, sino que va haciendo cambios positivos en todas las áreas de tu vida.

Somos como espejos

Y cuanto más contemplas y adoras su grandeza, su belleza, su bondad, su misericordia, su santidad y todos los atributos de su gloria… con más claridad se reflejará en ti todo el brillo de su luz en tu vida.

Al inicio de tu caminar con Cristo tú eres un espejo muy borroso, como los de la antigüedad… Pero es la voluntad de Dios que cada día esa imagen borrosa se vaya haciendo más clara y nítida, de manera que refleje la gloria de Dios como los espejos de la actualidad.

Este cambio sólo se dará si nos mostramos ante Dios «con el rostro descubierto».

Esto es, aceptando delante de Dios todo lo que somos, lo que hacemos y lo que pensamos. El rostro descubierto significa que le digamos a Dios todo lo que hay en nosotras que a Él no le agrada.

El Espíritu Santo nos lo mostrará, y cuando exponemos nuestro rostro delante de Dios, Él nos irá limpiando, puliendo y sacando brillo para ser ese espejo donde el mundo lo pueda ver a Él.

Necesitamos leer la Palabra de Dios y buscar la llenura del Espíritu Santo para ser transformadas y que podamos reflejar la gloria de Dios en nuestro diario vivir, no como un espejo de antaño, sino como uno de los espejos de ahora.

Tal vez como esos que aumentan el tamaño de la imagen desde 5 veces hasta 20 veces. ¿Te imaginas? Se alcanzan a ver hasta los poros ¡y tal vez algo más!

Por último…

Querida amiga, mi oración es que desde una gran distancia, el mundo pueda distinguir en ti el amor, la bondad, la compasión, la paciencia, la santidad y todo lo que significa la gloria de Dios.

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Que Dios te bendiga siempre,

Lidia E. Cames

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