
Cómo tomar buenas decisiones
15 abril, 2025¿Te has detenido a pensar cuánto te pesa lo que ya no puedes cambiar? Soltar el pasado no siempre es fácil. A veces, las heridas, las palabras que nos marcaron o las decepciones que vivimos se aferran a nuestro interior y caminan con nosotras, día tras día. Pero Dios no nos creó para llevar esas cargas. Él nos llama a caminar ligeras, libres, sin culpa y sin rencor.
Y para ayudarte a reflexionar, quiero compartirte esta historia breve pero poderosa:
El relato de los monjes
Dos monjes iban cruzando un río. En el camino se encontraron con una mujer joven y hermosa que, con temor, también quería cruzar. Uno de los monjes, movido por su compasión, la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla; luego, ambos siguieron su camino en silencio.
Horas más tarde, el otro monje, lleno de enojo, no pudo contenerse y le dijo a su compañero:
—Lo que hiciste está prohibido… ¡tocaste a una mujer!
Sorprendido, el primer monje respondió con calma:
—Sí, la llevé… pero la dejé en el río hace mucho. Tú todavía la estás cargando.
💭 ¿Cuántas veces hacemos lo mismo?
Cargamos pensamientos que ya no nos edifican. Cargamos enojo, resentimiento, celos, culpa… y no nos damos cuenta de que eso solo hace más pesado nuestro caminar.
La Biblia nos da una instrucción muy clara:
«Quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con paciencia la carrera que Dios nos ha puesto por delante».
Hebreos 12:1 NTV

Soltar el pasado no es debilidad, es sabiduría espiritual
Dios quiere que sueltes lo que ya no necesitas. No importa cuán grande haya sido la ofensa o cuán profunda la herida: si no eres capaz de perdonar y dejar ir, la amargura se instalará en tu corazón.
Y cuando el alma se amarga, también se detiene.
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El perdón no siempre se siente, a veces se decide. Y esa decisión es el primer paso para que el alma empiece a sanar.
Soltar el pasado no significa olvidar lo vivido, sino entregarlo a Dios para liberarnos de aquello que empaña nuestra paz interior. El enojo, el resentimiento y la culpa son cargas innecesarias que, si les damos lugar en nuestro corazón, nos frenan en la carrera de la vida.
No puedes correr liviana si llevas en el alma lo que no perdonaste
Cuando persistimos en cargar con emociones negativas o heridas del pasado, nuestro avance se ve comprometido. Cada carga que arrastramos se convierte en un obstáculo que nos impide disfrutar del camino que Dios nos ha preparado.
Por eso, al decidir soltar el pasado y perdonar, liberamos espacio en nuestro interior para que la paz y la esperanza florezcan.
Te invito a reflexionar y preguntarte:
- ¿Qué cargas del pasado estás dispuesta a soltar hoy?
- ¿Qué estás cargando todavía?
- ¿A quién necesitas perdonar, aunque no lo merezca?
- ¿De qué pensamiento necesitas liberarte?
- ¿Qué heridas necesitas entregar a las manos de Dios para poder avanzar con libertad?
Actividad práctica
Toma una hoja y escribe las cargas que identificas en tu vida: esos pensamientos, heridas o rencores que ya no te permiten avanzar. Luego, ora y dile a Dios:
“Señor, hoy decido soltar el pasado. No quiero seguir cargando lo que me impide avanzar. Te entrego cada carga para que mi alma pueda sanar y correr libre hacia el futuro que tú has preparado para mí. Límpiame, restáurame y lléname de tu paz para poder disfrutar de tu amorosa presencia cada día.”
Finalmente, rompe esa hoja como símbolo de liberación y fe en la transformación.
Pido a Dios que al soltar el pasado, encuentres la fortaleza para caminar ligera y segura en el camino que Dios ha puesto ante ti. ¡Adelante, cazadora, tu nueva vida te espera!
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Que Dios sane tu corazón con su amor, tu amiga,
Lidia E. Cames
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