5 razones para aceptar la voluntad de Dios
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13 noviembre, 2022Es posible que ya conozcas la historia de la mujer con flujo de sangre, que se encuentra en la Biblia. Si no la conoces, la puedes leer en los evangelios (Mateo 9:20-22; Marcos 5:25-34 y Lucas 8:43-48).
Esta es un relato que me llama mucho la atención, porque se trata de un gran milagro para una mujer que ya no tenía esperanza de sanar. Además en ninguno de los evangelios se menciona el nombre de ella.
Eso me hace pensar que esa mujer sin nombre podríamos ser tú o yo, o alguna amiga, vecina o conocida que esté cerca de nosotras. Así que prepárate amiga cazadora, porque seguramente Dios va a hablar a tu corazón en esta hora.
Bueno, pues esta mujer abordó a Jesús cuando iba cruzando el lago de Galilea en una barca repleta de personas, de camino a atender a una niña enferma.
La mujer tenía 12 años con una hemorragia que no cedía, había acudido a muchos médicos, gastando todo lo que tenía y en vez de mejorar, empeoraba cada vez. A ella ya no le quedaba nada, estaba pobre y enferma, no tenía ninguna esperanza de recibir sanidad.
Pero escuchó hablar de Jesús que hacía milagros y que sanaba a los enfermos. Eso fue suficiente para activar su fe, ella pensó que si tocaba la orilla de su manto, sería sana; luego se puso en camino y fue por su milagro.
Se metió en la barca donde iba Jesús, se abrió paso entre la multitud y se le acercó por detrás, tocó el borde de su manto e inmediatamente fue sana.
Lo mejor del milagro de la mujer con flujo de sangre
Jesús preguntó quién lo había tocado. Obviamente lo tocaban muchas personas, ¿porqué preguntó?
Porque no fue un toque accidental, fue un toque de fe que provocó una descarga de su poder sanador para esta mujer. Por supuesto que Jesús sabía quién lo había tocado, porque Él conoce todas las cosas. Pero Él necesitaba dejar una lección para todos hasta el día de hoy.
Yo creo que Jesús quería honrar la fe tan valiente de esta mujer. Recordemos que las mujeres que menstruaban, se consideraban impuras en ese tiempo. Todo lo que tocaban, ya fueran objetos o personas se declaraba contaminado.
Esta mujer tenía una fe tan grande que se atrevió a desafiar las reglas y fue a tocar a Jesús buscando su milagro. Y Él quería honrar la fe de ella, por lo tanto la mujer, temblando por haber sido descubierta, se arrodilló ante Él y le explicó porqué había tocado su manto.
Y esto es lo más impresionante: Jesús no la regañó ni la condenó. Simplemente le dijo: “Ten paz, tu fe te ha sanado”. Ella pasó a la historia sin un nombre para recordarla, solamente se le llama «la mujer con flujo de sangre».
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Qué aprendemos de este milagro
Jesús dejó claro que para Él no hay prejuicios, sino oportunidades para amar y mostrar su poder a favor de las que lo buscan con fe.
Esto significa que las tradiciones y reglas de hombres no pueden detenernos para acercarnos a Dios para buscar su gracia.
Actualmente hay muchos prejuicios en contra de las mujeres, que les roban la libertad de recibir y hacer milagros a través de su fe. Muchas mujeres están conteniendo su pasión por el Señor y su llamado para servir a Dios.
O peor todavía: Se han dado por vencidas y no lo intentan más.
Existen comunidades cristianas con reglas que limitan en la vestimenta, el estado civil, las relaciones, la economía o en el área de servicio; que simplemente no permiten que las mujeres reciban lo que Dios tiene para ellas.
Aprendamos de esta mujer sin nombre, que hasta el día de hoy nos anima a desafiar a una sociedad que señala a la mujer como un ser inferior que está restringida en muchos sentidos.
Jesús sigue estando a favor de todas sus hijas y no hay nada que nos impida acercarnos a Él con toda libertad, sin temor a ser rechazadas o juzgadas. A Él le importa tu corazón dispuesto y tu fe valiente y decidida.
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Que Dios siga llenándote de su gracia y favor, tu amiga,
Lidia E. Cames
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Dios conoce nuestras necesidades solo necesitamos acercarnos a El.