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En este versículo hay dos promesas, una para el humilde y otra para el orgulloso:
«Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos». Salmo 138:6
Por supuesto que no podemos tener las dos promesas, sólo una es para cada una. Por eso necesitamos comprender muy bien de qué se trata todo esto.
Casi siempre se relaciona la humildad con pobreza o escasez y podemos creer que el orgullo está en el corazón de los ricos.
Quiero decirte que hay personas pobres que pueden ser muy orgullosas y personas ricas que son muy humildes.
¿Cómo es esto?
Voy a tratar de describirte a las personas humildes y las orgullosas por separado, para entender la diferencia entre estas dos formas de vivir.
Orgulloso o humilde
1.- Humilde es la persona que se rinde ante el Señor con honestidad, con un corazón dispuesto a que Él lo moldee. La humildad tiene que ver con la disposición de aprender de Dios y obedecer lo que Él enseña… humildad es una actitud del corazón hacia Dios que se traduce en una buena actitud para las personas que nos rodean.
¿Por qué te conviene ser humilde? Porque, aunque Dios es muy grande, siempre te atiende… tiene cuidado de ti… el Señor nunca te abandona y se ocupa hasta los más mínimos detalles de tu vida.
Si tú te rindes cada día a Dios y con todo tu corazón te entregas, humillándote, sabiendo que Él es Dios soberano y que siempre desea lo mejor para ti… entonces, gozarás del privilegio de tenerlo muy cerca todo el tiempo.
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2.- Orgulloso es todo lo contrario al humilde: es el rebelde, el que no quiere obedecer a Dios, el que no desea ser enseñado y corregido y se niega a andar en sus caminos. Pero principalmente es que no toma en cuenta a Dios en su vida y no lo reconoce como el único que puede sostener su mano en toda situación.
La promesa para el orgulloso es todo lo contrario a lo que gana la persona humilde: Dios se aleja de ellos, porque los reconoce desde su trono y lo deja que viva las consecuencias de sus propias decisiones… el Señor se muestra distante con los orgullosos.
Finalmente
Las promesas están hechas. Ahora te toca elegir la tuya. Tú decides el trato que Dios tendrá contigo: de cerca o de lejos.
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Que las buenas promesas de Dios se cumplan en tu vida, tu amiga,
Lidia E. Cames
Entrada actualizada: Dos promesas de Dios para escoger
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