Profetiza la Palabra de Dios

«…Mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.» Filipenses 4:19

Es una promesa que debe quedarse en nuestra mente y en nuestro corazón. 

Nos conviene decidir creerla y confesarla con nuestra boca. En lugar de decir palabras de pobreza, de ruina, de escasez, aprendamos a profetizar lo bueno para nuestra vida y nuestra familia.

Si crees que Dios te provee lo espiritual: salvación, libertad, amor, gozo, paz, fortaleza, protección, seguridad y otras cosas más; también puedes creer que Él va a suplir todas tus necesidades materiales.

En el pasado estábamos acostumbradas a decir lo que nuestros ojos veían… o hablábamos conforme a las experiencias que ya habíamos vivido antes. Por ejemplo:

“Es poco el dinero que gano”,  o “¡Qué miserable sueldo!”, “seguro que no me alcanzará y tendré que pedir prestado!… o “¡soy tan pobre!”.

Así se profetiza la Palabra de Dios

Pero ahora que conocemos las promesas de Dios para nosotras, nuestra boca debería siempre hablar lo que el Señor dice en su Palabra. Algo así como:

“Dios es mi proveedor” (Génesis 22:14).

 “Gracias, Señor, por este salario” (1 Tesalonicenses 5:18).

“Tú multiplicas mis finanzas” (Marcos 6:35-44).

“Mi Dios me dará todo lo que me falte” (Filipenses 4:18).

“Dependo de Dios, no de mi trabajo ni de lo que gano” (Zacarías 4:6).

Hablemos con fe, con esperanza, con confianza en Él.

Hazlo, amiga y verás cómo se activa la mano de Dios cuando crees y profetizas la palabra de Dios, sin descuidar la obediencia, la integridad y la santidad.

Las promesas están listas para su cumplimiento. Las bendiciones llegarán en abundancia, porque ‘La lengua puede dar vida y muerte; según como la uses, así serán sus frutos’ (Proverbios 18:21).

Querida amiga, pido a Dios que te dé la sabiduría para poner en práctica esta palabra. Así podrás gozar de todas sus bendiciones en tu vida y en tu familia.

Todo lo puedes lograr porque Cristo te da las fuerzas para hacerlo, tu amiga,

Lidia E. Cames

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